NIÑEZ Y ADOLESCENCIA AL BORDE
Niños, niñas y adolescentes (NNA) migrantes solos o acompañados ya recorrían las Américas, mucho tiempo antes de que se desatara la pandemia. Entre 2014 y 2018, por ejemplo, el continente atestiguó la así llamada “crisis de la niñez migrante” que derivó en la separación de familias y la inadmisible detención en jaulas a NNA, mayoritariamente centroamericanos, en Estados Unidos. NNA latinoamericanos ya emigraban para reunificarse con sus padres migrantes en Estados Unidos o buscando paz lejos de la violencia de sus países de origen. Con sus particularidades, ese ha sido el caso de la niñez y adolescencia ecuatoriana, mexicana, y sobretodo centroamericana. En Sudamérica, debido al masivo éxodo venezolano, los NNA migrantes venezolanos también ya transitaban las rutas al sur del continente; también solían quedar varados entre cruces fronterizos; enfrentaban formas de discriminación y xenofobia; o se habían tornado trabajadores informales en las calles de los países sudamericanos de destino. Antes de la pandemia, NNA migrantes latinoamericanos ya eran separados de sus familias; vivían en centros de detención y en albergues para migrantes en Estados Unidos y México; enfrentaban solos audiencias de deportación en las cortes estadounidenses; eran deportados mayoritariamente desde México y Estados Unidos; transitaban solos o acompañados por rutas clandestinas; y quedaban varados en espacios fronterizos a la espera de ser reconocidos como asilados.
Debido al reforzamiento interno anti-migrante, para cuando surge la emergencia sanitaria, en Estados Unidos, 7.000 NNA migrantes vivían en centros de detención solos y otros 3.300 más vivían en cambio con sus padres también en detención. Estos NNA detenidos hoy no viven en las condiciones sanitarias más óptimas, de hecho varias decenas han dado positivo a Covid-19. A eso se suma que muchos otros insólitamente, durante la pandemia, tienen que seguir enfrentando solos a audiencias para ser deportados de manera express.
La directriz Trump ha sido reducir el número de reconocimiento de refugiados, incluyendo a NNA y acelerar consecuentemente sus deportaciones sea a México o hasta sus países de origen. Por eso, desde el abril 2020, 400 NNA migrantes fueron deportados a México cada dos semanas. Además de los deportados, están los NNA varados en la frontera entre México y Estados Unidos. Por las medidas excepcionales adoptadas por Estados Unidos, NNA migrantes mexicanos y centroamericanos están impedidos de solicitar asilo y han quedado en un limbo jurídico, algo que agrava su situación de riesgo en contextos de violencia. Esta es la situación de al menos 17 mil NNA migrantes en esa frontera. Dentro de las estaciones migratorias de México, los NNA mexicanos y centroamericanos no solo están expuestos al riesgo de contagio por las condiciones de hacinamiento, sino que sus vidas están en riesgo a causa de los amotinamientos que se han dado como resultado del temor al contagio. En Sudamérica, en cambio, NNA migrantes venezolanos transitan con sus familias de retorno a Venezuela, expuestos a múltiples formas de violencia, incluida la militarización de las fronteras, y a condiciones insalubres que suponen riesgo de contagio. Y, en los espacios de confinamiento entre diversas fronteras sudamericanas (Ecuador-Colombia; Brasil-Venezuela; Chile-Bolivia) NNA migrantes también están expuestos a ilegalismos y violencias cotidianas, a condiciones insalubres, de lugares dignos para pernoctar o de facilidades para procurar alimentos y medicinas.
Antes de la pandemia la niñez y adolescencia migrante en el continente ya estaba expuesta a que se viole su derecho a la familia, a la no exposición a situaciones de violencia y/o riesgo, al derecho al refugio y la protección internacional, a crecer en un ambiente seguro, a educarse y procurar salud, y a la protección especial. La pandemia ha venido a revelar la situación de extremo riesgo de la NNA latinoamericana migrante, hoy ellos están confinados a vivir y crecer al borde.
El conversatorio discutirá en torno a las intolerables y extremas circunstancias que antes y durante la pandemia impactan directamente en las vidas de niños, niñas y adolescentes sudamericanos, centroamericanos y mexicanos. Ante la actual crisis del cuidado estatal y en particular del sistema de protección especial destinado para la niñez y adolescencia, también nos preguntaremos por la responsabilidad de los Estados de origen, tránsito y destino, así como la de la sociedad civil en general, y por la factibilidad de generar políticas trasnacionales a favor de una población en extremo vulnerable, y hoy al borde, como es la niñez y adolescencia latinoamericana.